viernes, 25 de diciembre de 2009

Minirelatos

Por Justo W. Ortiz S.

Mini Relato
"La triste historia de un chiquillo Barbacoano”Corría el año ochenta y ocho. Eran las ocho de la noche. El encargado estaba encendiendo los mecheros y en una casa cercana, donde la luz de la luna daba de lleno en una ventana, destacaba la ventana de la habitación de un chico de catorce años. Estaba en su mesa de estudio, iluminado por una lámpara de petróleo, escribiendo dulces versos que sabían a gloria. En ese lugar y en ese momento, comienza la historia de un chico que, sin saberlo, corría peligro. El chico escuchó los pasos de su padre subiendo la escalera que crujía. Rápidamente, el muchacho escondió sus poesías debajo del petate de su cama. El padre abrió la puerta:- Hijo, es la hora de la merienda.- Sí, papacito.Su padre bajó las escaleras con cierta parsimonia, y su hijo le siguió. Abajo, en el salón, la merienda estaba sobre la mesa. El chico se dio cuenta de que sus padres estaban más serios de lo normal.- ¿Qué pasa?- Hijo, debo decirte una cosa. A tu hermano mayor, los guardias le cogieron mientras andaba borracho por las calles. Lo han fusilado esta mañana.Al niño se le vino el mundo encima. Le entraron náuseas y mareos. Les dijo a sus padres que no tenía hambre y subió a su habitación. Una vez allí, sacó un lapicero de su mochila, sacó una hoja en blanco y comenzó a escribir otra poesía, que rebosaba de sentimientos tristes y de culpa...Al día siguiente, que era lunes, el muchacho esperó a que tocaran la campana en el colegio Luis Irizar Salazar para comenzar la clase. Ésta sonó, y el muchacho entró en el aula. Una hora más tarde, en medio de la clase, escucharon todos el sonido de un carro escalera multicolor, era el del señor Bullugá, alargado y con el símbolo de la bandera de Barbacoas. De este carro, se bajó el mismísimo Bullugá. Los alumnos estaban allá, expectantes, en el patio. Bullugá vio al muchacho, se acercó y le dijo al oído:- Me han dicho que tu hermano murió hace veinticuatro horas. Lástima.El muchacho le miró con una mirada asesina. Heráclito la captó y dijo a sus hombres:- Negros, este chiquillo será igual que su hermano. Vayamos a su casa e investiguemos.Una hora más tarde, Bullugá entró en la casa y se dirigió a la habitación del niño. Allá, encontró las poesías, debajo del petate. Estaba perdido. Heráclito mandó quemar todas las poesías del niño y a éste, le encerró en la cárcel ubicada en el barrio San Antonio. Sólo una poesía se escapó, sobrevolando la casa donde antes había una familia feliz:"El día más triste de mi vida,ha llegado como un guaco (pájaro).Las nubes negras han tapado mi cielo,lleno de esperanza e ilusión.La vida de mi hermano le ha sido arrebatada,por la criatura más vil y despiadada de todas:el odio".